martes, 25 de enero de 2011

II. El problema del valor cualitativo
Introducción


En el primer tomo de El Capital, Marx define las mercancías como todo lo que se produce para el cambio más bien que para uso del productor. El estudio de las mercancías es el estudio de la relación económica del cambio. Marx primero analiza la producción simple de mercancías, que es cuando cada productor posee sus propios medios de producción y satisface sus necesidades a través del cambio con otros productores en su misma situación. Esto es el problema del cambio en la más clara y elemental de sus formas.

En el caso de Adam Smith, el cambio se liga del modo más estrecho posible al hecho tecnológico central de la vida económica- la división del trabajo. Para éste, la división del trabajo es el origen de todo aumento en la productividad, la base de la economía humana, y lo que la distingue de las bestias. Smith no concibe la división del trabajo independientemente del cambio, según el cual el cambio es anterior a la división del trabajo y causa de ella. “esta división del trabajo... ... es la consecuencia necesaria... ...de cierta propensión de la naturaleza humana que no tiene por mira un beneficio tan grande; la propensión a traficar, a trocar y cambiar una cosa por otra” [esta “propensión” es peculiar de los seres humanos]. Se liga inseparablemente el cambio a la división del trabajo y se les muestra como las columnas unidas que sostienen la sociedad civilizada. La producción de mercancías, que tiene sus raíces en la naturaleza humana, es la forma universal e inevitable de la vida económica; la ciencia económica es la ciencia de la producción de mercancías. Desde este punto de vista los problemas de la economía política tienen un carácter exclusivamente cuantitativo; empiezan con el valor de cambio, la relación cuantitativa básica entre las mercancías, que se establece a través del proceso de cambio.

Lo que distingue la economía política de Smith de la de Marx es que el segundo no niega la existencia de una relación entre la producción de mercancías y la división del trabajo, pero no se trata de ningún modo de la firme y rígida relación que describe Smith. [Marx] “Esta división del trabajo es una condición necesaria para la producción de mercancías, pero de aquí no se sigue que, a la inversa, la producción de mercancías sea una condición necesaria para la división del trabajo”. Marx niega enfáticamente que la división del trabajo esté necesariamente ligada al cambio. La producción de mercancías no es la forma universal e inevitable de la vida económica, sino más bien una de las formas posibles, que domina la edad moderna, pero de todos modos una forma históricamente condicionada que por ningún concepto puede presentarse como directa manifestación de la naturaleza humana. La producción de mercancías es separada del reino de los fenómenos naturales y se convierte en materia válida de la investigación histórico-social. El economista debe dirigir su atención al carácter de las relaciones sociales subyacentes en la forma mercancía. Las tareas de la economía política no son sólo cuantitativas, sino también cualitativas. Las relaciones cuantitativas entre productos oculta detrás de ella una relación específica, históricamente condicionada, entre productores.

2 Valor de uso

Toda mercancía -escribió Marx- tiene un doble aspecto, el de valor de uso y el de valor de cambio. El valor de uso no da a una mercancía ningún carácter peculiar. Los objetos de consumo humano en todas las épocas y bajo cualquier forma de sociedad poseen igualmente valor de uso. El valor de uso expresa cierta relación entre el consumidor y el objeto consumido. Pero la economía política es una ciencia social de la relaciones entre las gentes, por tanto, el valor d uso queda fuera del campo de la investigación de la economía política.

Marx excluía el valor de uso de la esfera de investigación de la economía política, en virtud de que no da cuerpo directamente a una relación social [las categorías de la economía política deben representar relaciones entre hombres]. Este enfoque choca con la teoría económica moderna y escuelas no Marxistas, donde [Robbins] “Consideramos [el sistema económico] como una serie de relaciones interdependientes aunque conceptualmente discretas entre hombres y bienes económicos”. De este punto de partida se sigue que el valor de uso o utilidad ocupa una posición central entre las categorías de la economía política.

Esto no significa que el valor de uso no deba jugar ningún papel en la economía política. Es esencial para la producción, éste es un prerrequisito del consumo, y no está de ningún modo excluido por Marx de la cadena causal de los fenómenos económicos.

3 Valor de cambio

En una sociedad en que el cambio es un método regular de realizar el propósito de la producción social, es sólo en calidad de mercancías como los productos tienen valor de cambio. El valor de cambio aparece como una relación cuantitativa entre cosas, entre las mercancías mismas. Es concebido como una relación social según Marx porque: La relación cuantitativa entre cosas, que llamamos valor de cambio, es en realidad sólo una forma exterior de la relación social entre los propietarios de mercancías [en la producción simple de mercancías sería entre los productores mismos]. La relación de cambio como tal, es una expresión del hecho de que los productores individuales, trabajando aisladamente cada uno, trabajan en realidad los unos para los otros. Su trabajo tiene un carácter social que le es impreso por el acto de cambio.

El concepto valor de cambio se aplica “sólo cuando las mercancías están presentes en plural”, ya que expresa una relación entre mercancías. Una mercancía individual posee la calidad social que se manifiesta cuantitativamente en el valor de cambio. En tanto concentramos nuestra atención a esta calidad social, una mercancía es para Marx un simple “valor”.

“Una mercancía es un valor de uso u objeto de utilidad, y un valor” [El capital]. Como valor de uso, una mercancía es un rasgo universal de la existencia humana, presente en cada una y e todas las formas de sociedad. Como valor, una mercancía es un rasgo de una forma histórica específica de sociedad que se distingue por dos características principales:
1.) División del trabajo desarrollada
2.) Producción privada

Fue este análisis de las características sociales de la producción de mercancías lo que condujo a Marx a identificar el trabajo como la sustancia del valor.

4 Trabajo y valor

Lo antes expuesto condujo a Marx directamente al trabajo considerado como el “valor que ya oculto detrás” del valor de cambio. Solo una propiedad de la mercancía nos permite suponerla portadora y expresión de relaciones sociales, a saber, su propiedad como producto del trabajo, ya que no la consideramos desde el punto de vista del consumo, sino desde el punto de vista de la producción, como actividad humana materializada”.

El trabajo tiene dos aspectos correspondientes al:
valor de uso- corresponde el trabajo como trabajo útil. Al trabajo, cuya utilidad está representada así por el valor en uso de su producto, o que se manifiesta haciendo de su producto un valor de uso, lo llamamos “trabajo útil”. La naturaleza también coopera tanto activa como pasivamente en el proceso de producción de valor de uso “el trabajo es su padre y la tierra, su madre” [William Petty].

valor de la mercancía que produce- si abstraemos del valor de uso de una mercancía, ésta existe meramente como valor. Si ahora abstraemos el carácter útil del trabajo, ¿qué queda? La actividad productiva sería entonces el gasto de fuerza humana de trabajo: gasto productivo de cerebro, nervios y músculos humanos, que son trabajo humano. El trabajo de una mercancía representa trabajo humano abstracto, el gasto de trabajo humano en general.

Cuando Marx dice que el trabajo es la sustancia del valor, habla siempre del trabajo considerado como trabajo abstracto. Se resume la relación cualitativa del valor con el trabajo en la siguiente afirmación: “por una parte todo trabajo es, hablando fisiológicamente, un gasto de fuerza humana de trabajo, y en su carácter de trabajo humano abstracto idéntico, crea y forma los valores de las mercancías. Por otra parte, todo trabajo es el gasto de fuerza humana de trabajo en una forma especial y con un fin preciso, y en éste, su carácter de trabajo útil concreto, produce valores de uso.

5 Trabajo abstracto

El trabajo abstracto es abstracto sólo en el sentido completamente recto de que se pasan por alto todas las características especiales que distinguen una clase de trabajo de otra. La expresión trabajo abstracto es equivalente de “trabajo en general”, es lo común a toda actividad humana productiva.

La reducción de todo trabajo a un común denominador, de modo que las unidades de trabajo puedan ser comparadas entre sí u sustituidas una por otra, sumadas y restadas, y finalmente agrupadas para formar un conjunto social, no es una abstracción arbitraria. Es más bien una abstracción “que pertenece a la esencia del capitalismo”. [los trabajadores son movidos de una parte a otra de la cadena, con nuevas incorporaciones y salidas, continuamente]. En estas circunstancias, las diferentes clases específicas de trabajo que existen en un momento dado y las cantidades relativas de cada una vienen a ser cuestiones de importancia secundaria en cualquier noción general del sistema económico. Mucho más importante es el volumen total de la fuerza de trabajo social y su nivel general de desarrollo. De ellos dependen las potencialidades productivas de la sociedad, ya sea que se manifiesten en la producción de artículos de consumo o en la producción de implementos de guerra. “[Esta abstracción] del trabajo no es sino el resultado de una suma concreta de diferentes clases de trabajo. La indiferencia hacia la clase particular de trabajo corresponde a una forma de sociedad en la que los individuos pasan fácilmente de una clase de trabajo a otra, debido a lo cual no es importante para ellos qué clase particular de trabajo pueda tocarle desempeñar. El trabajo se ha convertido aquí en un medio de crear riqueza en general y ha dejado de desarrollarse junto con el individuo en un destino particular.

Resumiendo, se puede decir que la reducción de todo trabajo a trabajo abstracto permite ver claramente, detrás de las formas especiales que el trabajo puede adoptar en un momento dado cualquier, una suma de fuerza de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y de cuya magnitud y desarrollo depende en última instancia la capacidad productora de riqueza de la sociedad. La adopción de este punto de vista, está condicionada por la naturaleza misma de la producción capitalista, que lleva la movilidad del trabajo a un grado muy superior al de todas las formas anteriores de la sociedad.

6 La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor

Veamos ahora con exactitud lo que implica la tesis de que el trabajo abstracto es la sustancia del valor. Una mercancía parece ser a primera vista simplemente un artículo útil que ha sido producido por una suerte especial de trabajador, que trabaja privadamente y aislado del resto de la sociedad. Esto es correcto en sí mismo. Pero la investigación revela que la mercancía en cuestión tiene de común con todas las demás mercancías (todas ellas son valores) el hecho de absorber una parte del total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad (todas ellas son trabajo abstracto materializado). Es esta característica de las mercancías (la cual presupone valor de uso y se manifiesta en valor de cambio) lo que hace de la “mercancía” el punto de partida y la categoría central de la economía política de los tiempos modernos.

Hemos llegado a estas conclusiones a través de un análisis puramente cualitativo, y puede parecer que tienen poco que ver con el problema cuantitativo. Sin embargo, la significación básica como las tareas principales de la teoría del valor cuantitativo son determinadas por el análisis cualitativo.

Desde un punto de vista formal parece que la teoría del valor cuantitativo sólo concierne descubrir las leyes que rigen las proporciones relativas en que las mercancías se cambian unas por otras (esta es la forma de la teoría ortodoxa). Para Marx, el valor de cambio es tan sólo la “forma fenomenal” bajo la cual se oculta el valor mismo.

El hecho de que una mercancía sea un valor significa que es trabajo abstracto materializado, que ha absorbido una parte del total de la actividad productora de riqueza de la sociedad. Si reflexionamos ahora en que el trabajo abstracto es susceptible de medida en términos de unidades de tiempo, la significación del valor como categoría cuantitativa diferente del valor de cambio se hace visible. “la magnitud del valor expresa... la conexión que existe entre cierto artículo y la parte del tiempo total de trabajo de las sociedad que se requiere para producirlo” dice Marx.

La tarea central de la teoría del valor cuantitativo surge de esta definición del valor como magnitud. Es ni más ni menos que la investigación de las leyes que gobiernan la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes esferas de la producción en una sociedad de productores de mercancías.

- Los conceptos de “trabajo socialmente necesario” y “trabajo simple” han estado al frente de casi todos los ataques a la economía política de Marx.

7 El carácter fetichista de las mercancías

Nuestro análisis de las mercancías nos ha conducido a ver en el valor de cambio una relación entre productores en un sistema determinado de división del trabajo; y en el trabajo particular de los individuos una parte integrante de la suma de fuerza de trabajo de la sociedad. Las ideas a que esta forma de organización social da origen a menudo tienen sólo una relación remota y desnaturalizada con las relaciones sociales reales que yacen bajo ella. En su doctrina del Fetichismo de la Mercancía, Marx fue el primero en percibir este hecho y darse cuenta de su decisiva importancia para la ideología de la época moderna.

En la producción de mercancías la relación básica entre los hombres “adopta”, a sus ojos, la fantástica forma de una relación entre las cosas. Esta materialización de las relaciones sociales es el corazón y la médula de la doctrina del Fetichismo de Marx.

En períodos anteriores de la historia, cuando las relaciones de producción tenían un carácter personal directo, tal materialización de las relaciones sociales era evidentemente imposible. Sólo cuando la producción de mercancías adquiere un desarrollo tan alto y una difusión tan grande como para dominar la vida de la sociedad, el fenómeno de la materialización de las relaciones sociales adquiere importancia decisiva. Esto ocurre en las condiciones de un capitalismo relativamente avanzado, tal como surgió en Europa Occidental durante los s.XVII y XVIII. Aquí la impersonalización de las relaciones productivas es llevada a su punto más alto de desarrollo. El productor individual trata con su prójimo sólo a través del “mercado”, donde los precios y las cantidades vendidas son las realidades sustanciales y los seres humanos no son más que sus instrumentos. Este es “un estado de la sociedad en que el proceso de la producción tiene dominio sobre el hombre en lugar de ser controlado por él”, y por consiguiente el carácter real de las relaciones entre los productores mismos es deformado y oscurecido.

Una vez que el mundo de las mercancías ha realizado por así decirlo, su independencia, y sometido a los productores a su dominio, estos últimos empiezan a mirarlo en mucho del mismo modo que ven ese otro mundo externo al cual tienen que aprender a adaptarse, el mundo de la naturaleza misma. El orden social se convierte en una “segunda naturaleza” que se mantiene fuera de los miembros de aquél y opuesta a ellos [Lukacs].

En el s.XVIII hay un cambio de actitud hacia la sociedad, que fue el reflejo del florecimiento de la producción de mercancías. La “mano invisible” y el laisse faire como política económica, indican la profunda creencia en el carácter impersonal y automático del orden económico. Este prejuicio contra la acción social en lo económico ha estado presente hasta hace muy poco.

La materialización de las relaciones sociales ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento económico tradicional, y por lo menos en otros dos sentidos importantes.
1.) Las categorías de la economía capitalista -valor, renta, salario, ganancia, interés, etc- han sido consideradas como si fueran las inevitables categorías de la vida económica en general, y los sistemas económicos anteriores han sido vistos como versiones imperfectas o embrionarias del capitalismo moderno y juzgadas en consecuencia.
2.) La atribución de poder independiente a las cosas no es en ninguna parte más clara que en la división tradicional de los “factores de producción” en tierra, trabajo y capital, de cada uno de los cuales se piensa que “produce” un ingreso a sus propietarios. “Tenemos mistificación completa del modo de producción capitalista, la transformación de las condiciones sociales en cosas, la mezcla indiferenciada de las condiciones materiales de la producción con sus formas históricas y sociales. Es un mundo falseado, trastornado, en el que Monsieur le Capital y Madame la Terre llevan a cabo sus travesuras de duendes como personajes sociales y a la vez como simples cosas”.

La forma de producción de mercancías constituye el velo más eficaz posible para ocultar el verdadero carácter de clase de la sociedad capitalista. Cada quien aparece ante todo como un simple propietario de mercancías con algo que vender. Como propietarios de mercancías, todos ellos están en un plano de igualdad perfecta; sus relaciones mutuas no son las relaciones entre amo y siervo de un régimen de status personal, sino las relaciones contractuales entre seres humanos libres e iguales. El obrero no advierte que su falta de acceso a los medios de producción lo obliga a trabajar en condiciones dictadas por aquellos que tienen el monopolio de los medios de producción y que, por consiguiente, está siendo explotado para beneficio de otros, al igual que el siervo que era forzado a trabajar cierto número de días en la tierra del señor a cambio del privilegio de labrar un jirón de tierra para sí. Por el contrario, el mundo de las mercancías aparece como un mundo de iguales. El obrero enajena su fuerza de trabajo, la cual permanece opuesta a él como cualquier mercancía a su propietario. La vende, y mientras se le pague su verdadero valor, todas las condiciones del cambio honrado y justo están satisfechas. Esta es la apariencia, y quienes consideran las formas capitalitas como naturales y eternas admiten la apariencia como verdadera representación de las relaciones sociales.

La teoría del valor cualitativo con su corolario en la doctrina del Fetichismo de la Mercancía, es el primer paso esencial en el análisis marxista del capitalismo. Quien no haya entendido esto ha entendido poco del método crítico de Marx.

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